Cómo manejar empleados difíciles


 
 

Por Belén Moreno, comunicóloga

Los empleados difíciles son un obstáculo para la productividad de la empresa y uno de los inconvenientes principales para que el resto de sus compañeros funcionen en equipo.

Entre las características de este tipo de colaboradores están las inasistencias injustificadas, retardos continuos y problemas con la disciplina dentro de la organización. Lo anterior suele ser producto de los siguientes hábitos:

  • Incompetencia
  • Falta absoluta de motivación
  • Habilidad de generar todo tipo de conflictos
  • Engaños a encargados y gestores de la empresa
  • Robo
  • Pérdida excesiva de tiempo
  • Ausencia voluntaria e injustificada del lugar de trabajo
  • Bajo rendimiento
  • Arrogancia e incluso agresividad verbal.

Para evitar esto hay una serie de aspectos que los gestores de la organización deben tomar en cuenta; en primera instancia se debe identificar al colaborador —o colaboradores en cuestión—, analizar sus capacidades desde un punto de vista profesional, y formar un protocolo para intentar remediar el problema antes de proceder a un posible despido. Posteriormente, habrá que reunirse con él y desglosar el comportamiento de la manera más explícita para que sea captada la falta de compromiso.

Desde esta manera será más fácil llegar a una solución, no obstante, será importante monitorear su comportamiento y continuar con su evaluación; si persiste en una falta de compromiso lo mejor será cortar de raíz, de lo contrario esto daría un mal ejemplo para los demás colaboradores.

Y ¿qué pasa cuando es un buen elemento, pero es difícil? En estos casos, hay que buscar un puesto donde pueda desarrollar su actividad sin necesidad de relacionarse mucho, ni pueda influir en otros compañeros. O bien, tener una charla franca y sincera donde se le exponga con claridad la situación y la última oportunidad que va a tener por parte de la organización.

Los buenos canales de comunicación proporcionan una oportunidad para que una organización aproveche las opiniones de sus empleados  —buenas y malas—, y permita que ésta tome acciones positivas al respecto, aunque algunas organizaciones tratan de evitar estos problemas potenciales desde la etapa de las entrevistas.