La fuente de la motivación


 
 

por Raquel Cohen

Los motivos por los que hacemos nuestro trabajo, pueden ser muchos: generar ingresos, mantener nuestra mente ocupada, cubrir responsabilidades, entre otros. Sin embargo, nuestro trabajo debe de estar impulsado por algo más, una meta que trasciende lo material y nos ayuda a convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos.

motivationMuchas veces hay comentarios o acciones de agentes externos que nos motivan a lograr nuestras metas. Lo ideal es que el ambiente laboral y el equipo de trabajo te motiven con frecuencia, recordándote el porqué de tus responsabilidades, y señalando la calidad con la que ejecutas tus tareas. Pero, ¿qué sucede si nadie a tu alrededor te motiva?

El jefe ideal es una persona que dirige, lidera y sobretodo que motiva, aquel que ayuda a resolver situaciones o en todo caso a elogiarnos de vez en cuando. Sin embargo, no todos cuentan con esas características, y es común que no sepan motivar. En esos casos, genera mucho valor platicar con él o ella, y pedir una opinión o crítica constructiva acerca de tu propio desempaño, no necesariamente para que valide tus acciones sino, para que reconozca tu trabajo y pueda apreciarlo.

La comunicación con tus superiores es vital para tu desempeño en la vida laboral. Las críticas constructivas, observaciones, correcciones y comentarios de parte de ellos, impulsará un cambio positivo en los resultados que entregues mes a mes. Cuando estas dinámicas no existen, lo ideal es pedir explícitamente a quien corresponda, que observe y dé una retroalimentación de tu trabajo, con el fin de mejorar.

Existen casos en los que el jefe o jefa, no busque la motivación de sus subordinados. Para ello, debes ser tu quien exija eso, aunque sea de forma indirecta. De alguna manera, presentarle tus resultados, hará que se cuestione y haga consciente por qué eres una persona clave en tu equipo. Así, si tu superior no tiene las herramientas o no toma la iniciativa de motivarte, tu estarás ayudando a que lo haga. El beneficio no sólo será para ti, sino para el resto del equipo.

Lo más importante es hacer consciente que el mejor motor de motivación eres tú mismo. No esperes a que tus superiores te hagan saber lo bien que ejecutaste tus tareas, o lo grandiosa que fue tu solución a ese problema que los tenía a todos preocupados. Si una vez por semana, te tomas algunos minutos para ver qué lograste en los últimos días, sean acciones grandes o pequeñas, te harás consciente de que posees herramientas que agregan valor a tu trabajo. Tener hábitos parecidos al anterior, son senderos que te llevan a la motivación propia, y por lo tanto “a creértela”, subiendo tus niveles de seguridad y autoestima.

Recuerda: la solución eres tú.