Las enseñanzas del primer trabajo


 
 

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La pedagoga Estrella García Vela (23 años), nos comparte su experiencia laboral sobre los dos primeros años de trabajo.

 

f1En la poca o mucha experiencia que me han brindado mis dos años de trabajar como profesionista, he descubierto que estar en el lugar en el que toda la vida deseaste y dedicar tus días a lo que en verdad te apasiona no siempre será color de rosa. Nunca conseguiremos trabajar en un lugar perfecto y el trabajo que uno realiza tampoco lo será.

Todos de pequeños soñamos con ser «alguien» y dedicarnos a aquella profesión que es nuestro ideal y meta en nuestra vida. Al paso de los años, esos sueños van cambiando de dirección conforme vamos conociendo mejor el mundo y la realidad de la vida, pues ¿cuántos niños dentro de nosotros se quedaron con las ganas de ser ese astronauta que pisara la luna? ¿Cuántas niñas interiorizaron el anhelo de convertirse en princesas y tener su propio castillo? ¿Cuántos más tuvieron que opacar sus ganas de salvar el mundo y convertirse en superhéroe? ¿Cuántos nos quedamos con la idea de que encontrar el trabajo de nuestros sueños era el lugar perfecto?

Entrar a un nuevo lugar de trabajo es como adentrarse a un mundo desconocido; a pesar de que se conoce lo que se realiza ahí y que uno buscó ser parte de ese espacio, la realidad es que no estamos familiarizados con el verdadero ambiente que se vive. Creo que la mayoría, ante la obtención del primer trabajo, mostramos la mejor actitud y disponibilidad para dejar en jefes y compañeros la mejor impresión; de igual manera haremos lo posible por externar nuestros conocimientos y fortalezas al momento de actuar y resolver los asuntos que se presenten, para revelar nuestras capacidades y demostrar que valió la pena que nos escogieran.

Sin embargo, con el paso del tiempo vamos descubriendo detalles que no van a ser lo mejor. Hablar de todos podría ser infinito, pero retomo aquellos que pueden ser la pieza clave para que seamos el inicio del cambio o la diferencia que invita a movernos de donde estamos.

 

Primero punto: Nuestros jefes

Independientemente del trabajo que tengamos, siempre vamos a tener una opinión respecto a ellos; siendo lamentable que en algunas ocasiones estaremos frente a coordinadores, directivos, supervisores o gerentes, que no tienen la preparación que se requiere para representar ese cargo, pero otras veces tendremos a los mejores que pudiéramos imaginarnos. Aquí no se trata de juzgarlos, criticar o estar molestos, pues esa actitud no nos brindará nada bueno a nosotros y ni a los que nos rodean.

La gran diferencia va a estar en nuestro actuar, ¿Qué podemos hacer para apoyar, enseñar, mejorar y aprender? Nunca nadie va a tener todos los conocimientos o habilidades en ningún trabajo; por más bueno que pudiera ser y destacar entre un equipo, siempre vamos a tener nuevas cosas que aprender, aspectos que mejorar y competencias que desarrollar.

Señalar a quien está arriba de nosotros es y será siempre muy fácil, pero sería mucho mejor dedicar un poco de tiempo para analizar qué podríamos ofrecer ante esa autoridad para ayudarlo, pues por algún motivo se le otorgó ese cargo y las personas que lo colocaron ahí vieron aptitudes que creyeron serían buenas.

Acércate y pregunta si necesita apoyo: si observas que cometió o está cometiendo algún error pide hablar en privado y externa tu punto de vista (respetuosamente y con sencillez); si descubres que requiere aprender sobre algo, muestra tu disposición y respeto para ayudarlo. Muévete de donde estás, salte de ese círculo que solamente crítica y haz algo al respecto. Obviamente, no a todos les gusta que les digan que no están haciendo algo bien o aceptar que necesitan ayuda, así que no te claves en querer hacerlo, muestra tu oferta y ellos sabrán si tomarla o no.

 

Segundo punto: El trabajo individual 

Ser profesionista es tener la edad y madurez para saber qué es lo que nos corresponde hacer, de qué modo y a qué tiempo, por lo tanto, no hay excusas para no hacer nuestro trabajo y realizarlo de la mejor manera posible. Ser alguien eficiente y eficaz implica tener tus responsabilidades listas en el horario que se te ha asignado, por lo tanto es importante que la dedicación y entrega no te lleven a olvidarte del resto de tu vida.

Por lo tanto, no pierdas el tiempo en el celular, no gastes tus horas platicando y extendiendo tu hora de comida, no dejes de hacer tus actividades por querer andar en el chisme o centrando tu atención en los demás. Pide ayuda si la necesitas y que no te de pena o miedo aceptar que uno precisa seguir aprendiendo. Trabaja para estar orgulloso de ti mismo y ser alguien que aporta algo productivo, no estés buscando siempre ser reconocido, recompensado o ser el centro de atención; los agradecimientos vendrán cuando menos estés esperándolos.

 

Tercer punto: Trabajo en equipo

Aunque tengas que enfocarte en tu trabajo, debe de existir el equilibrio pues formas parte de un equipo. Laborar con otras personas exige delegar responsabilidades, escuchar y expresarse; aceptar ideas y opiniones diferentes, confiar en el otro.

En cualquier lugar siempre encontrarás gente a la que no le gusta trabajar, y que hay que estar detrás de ella para haga las cosas y lamentablemente, cuando las haga, lo hará de la peor manera. No te dejes influenciar, sé un ejemplo de motivación y trabajo; ve contra corriente, demuestra que eres alguien de excelencia. Independientemente de la situación, nunca olvides el respeto que se merecen y si ellos no lo tienen para contigo, sé alguien más inteligente: guarda compostura, no caigas en esos juegos y trata la situación con quien se deba.

Ser un buen profesionista, requiere gran compromiso y esfuerzo. Lo que implica en el día a día y ubicarnos a nosotros mismos en el verdadero lugar que estamos: ¿Qué tipo de trabajador soy? ¿Qué tanto me quejo de mi trabajo? ¿Soy alguien que se da por vencido o doy soluciones? ¿Qué tipo de jefe soy? ¿A pesar de mis conocimientos, me sigo esforzando por aprender aún más? ¿Realizo mis responsabilidades como deben de ser? ¿Tienen que estar detrás de mí para hacer las cosas? ¿Soy conformista o doy un plus en mis labores? ¿Qué tipo de compañero soy? ¿Me preocupo por los demás? ¿Soy quizá el mal ejemplo en mi trabajo?

Sea cual sea la respuesta, muévete, cambia lo que tengas que cambiar y actúa. Sé alguien distinto y ejemplar. Deja huella y marca de la mejor manera cada paso en tu caminar. Enamórate de tu trabajo y motiva a los demás a que sientan esa pasión. Siéntete orgulloso de ti y sigue superándote.